El mesón Viscayo, fundado en el año 1971, es un restaurante de ámbito familiar dedicado a la gastronomía autóctona de la montaña de Alicante, siendo el plato estrella los GAZPACHOS DE CASTALLA, plato recuperado de la tradición popular que de manera artesanal se viene ofreciendo.
También reconocido por los embutidos de la región, estos son cortados por los comensales a modo de buffet, que se podrán tomar como entrantes.
Lo mejor del sitio, precio cerrado por unos 25 euros y puedes comer hasta morir. Embutidos, que tú mismo coges y que te cocinan si quieres; carne a la brasa, patatas fritas, pero lo mejor del mundo mundial y que no te puedes ir sin probar, es el gazpacho de Castalla.
Seguimiento del menú gracias a http://hablemosdevinoyloquesurja.blogspot.com
Como entrantes pan tostado con aceite y alioli y olivas.
De primer plato, te coges un cuchillo, un guante de plastico y un plato y con un poco de maña, vas cortando las viandas colgadas del techo (toda variedad de embutidos: sobrasada, salchichas, longanizas, chorizos, morcillas, morcón, blancos, espectecs…) y te las asan a la brasa o te las comes directamente… ni que decir tiene que el embutido está buenísimo y puedes coger todo el que quieras.
De segundo plato, a esa extraña hogaza de pan plana le quitas la corteza de arriba y sobre la base de molla se sirven trozos de conejo y pollo aderezados con una salsa hecha con pan ácimo y especias, de dónde vas cogiendo y ellos te van sirviendo hasta que no puedes más (esto es el gazpacho de Castalla).
De postres, una vez que ya no puedes más, retiran los sobrantes de esa base de pan que se ha impregnado de la salsa del gazpacho y junto con miel vas cortándola y comiéndola. Un manjar exquisito por raro que parezca. Pero si te has quedado con hambre, no te preocupes, te sirven una fuente de fruta con naranjas, mandarinas, fresas, platanos, melon, kiwis, dátiles… que no podrás terminar ni aunque vinieses a comer 2 días seguidos sólo fruta.
Por último, como colofón final, por si te has dejado un huequito en el estómago el «Chichirihuiqui» cuyo contenido no voy a desvelar, pero que se agradece después de tanta comida.
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