A cuatro kilómetros del mar Muerto, y en medio del desierto de Judea se alza una imponente obra de la naturaleza y el hombre de cuatrocientos metros de altura. En su cima, , al otro lado del mar Muerto, se encuentran los restos de una impresionante fortaleza mandada construir en el siglo I por Herodes el Grande para asegurarse un refugio seguro contra sus enemigos en Jerusalén. Hoy en día este tesoro arqueológico es conocido como Parque Nacional Masada y es considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 2001.
La fortaleza de Masada se encuentra bañada en historia y contiene mucho valor para el pueblo judío. Ocupada por el imperio romano por 70 años luego de la muerte de Herodes, con el inicio de la Primera Guerra Judeo Romana en el año 66 d.c, la ciudad fue tomada por los zelotes (el grupo más violento de los judíos de la época).
En el año 70 d.c comenzó el asedio a la inexpugnable fortaleza de Masada por parte de la decima legión romana, pero lo cierto es que Masada disponía de alimentos almacenados que permitían resistir hasta siete años, entonces los romanos usaron esclavos para construir una rampa de 100 metros de altura para poder pasar por los acantilados. Justo antes de que los romanos propiciaran el asalto, los judíos decidieron hacer un suicidio colectivo para no morir como esclavos.
Es por esto que las ruinas de Masada se han convertido en un símbolo para toda la nación judía. Cada vez que los reclutas a soldados israelíes terminan su período de instrucción suben con sus oficiales a la cima de la montaña y prestan su juramento con tres palabras: «No más Massada».
Existen varias maneras de llegar a Masada: por la carretera que discurre a orillas del Mar Muerto, un camino zigzagueante llamado el Camino de la Serpiente, el teleférico que pasa por encima de este camino o por el lado oeste del parque, subiendo por el Camino de la Rampa, la mismísima ruta que usaron los romanos para su ataque final.
En el recinto arqueológico de Masada los turistas pueden conocer las ruinas de lo que fue el palacio del rey Herodes, restos del asentamiento judío y romano, además de maravillosas vistas panorámicas de Jordania y el Mar Muerto.
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