Madrid de los Austrias, una visita al viejo Madrid
Por Madrid de los Austrias se entiende aquella parte de la ciudad que tuvo una especial relevancia, y que floreció gracias a la presencia de la corte, durante los casi dos siglos que duró la dinastía de los Habsburgo en España, desde que en 1506 Felipe I el Hermoso fue reconocido como rey consorte hasta la muerte de Carlos II en 1700.
En términos turísticos, el Madrid de los Austrias es una zona que abarca algunos puntos claves del centro histórico de la ciudad, donde la Plaza Mayor, la Plaza de Oriente y la Plaza de la Villa son sus núcleos centrales. Es cierto que Madrid en los siglos XVI y XVII abarcaba mucho más, hasta la plaza de Santa Bárbara por el norte o el Paseo del Prado por el este (el Parque del Retiro era el límite por este lado), pero quedaban un poco a las afueras y conocieron épocas de esplendor en tiempos posteriores. Por donde ahora está la Gran Vía, por ejemplo, discurría una calle estrecha llamada San Miguel, de escasa importancia, y no fue hasta principios de siglo XX que se convirtió en la gran avenida que es hoy.
El espacio que solemos denominar Madrid de los Austrias, que varía según quien lo cuente, puede recorrerse a pie tranquilamente en un par de horas y la mayoría de las veces (recomendable) se interna por esa maraña de calles de trazado irregular próximas a las citadas plazas Mayor y de Oriente y que constituyen el origen de la ciudad.
Recorrido por el Madrid de los Austrias
Casa de la Panadería en la Plaza Mayor
Empezamos nuestro recorrido por el Madrid de los Austrias en la Plaza Mayor, la gran obra madrileña de la dinastía Habsburgo, que fue protagonista de nuestro Siglo de Oro en cuanto a centro de comercio y a lugar de reunión popular. En los primeros tiempos de los Austrias esta plaza era más pequeña, de fisonomía irregular, y además se llamaba diferente, plaza del Arrabal, precisamente por haber nacido en lo que antes fue uno de los arrabales de la Villa, es decir, en un barrio periférico. A medida que la ciudad creció alrededor de este barrio, la plaza ganó en importancia y a finales del siglo XVI se decidió ampliarla y dotarla de una forma cuadrada, aunque no llegaría a terminarse hasta 1617.
En la Plaza Mayor, que los domingos se llena de puestos dedicados principalmente a la numismática y la filatelia, encontramos varios elementos dignos de mención: la Casa de la Panadería, el único edificio con pinturas murales en su fachada, que data de 1590 y sirvió de referencia para dar altura al resto del conjunto; la Casa de la Carnicería, enfrente de la anterior, también delimitado por torres angulares pero más sobria; la estatua ecuestre de Felipe III, monarca con quien se inauguró el plaza, que data de 1616; y el Arco de Cuchilleros, en el rincón suroeste, el más monumental de sus accesos, diseñado por el arquitecto Gómez de Mora.
Palacio de Santa Cruz
Si salimos de la plaza por el lado este, bajo la puerta de la calle Gerona, enseguida llegamos a la Plaza de la Provincia, donde se encuentra el Palacio de Santa Cruz. Este edificio construido en el siglo XVII bajo el reinado de Felipe IV, que se parece mucho a la Casa de la Villa, sirvió inicialmente para albergar la cárcel de la ciudad, así como la sala de los Alcaldes de Casa y Corte del Madrid de los Austrias. Actualmente es la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. En la misma plaza encontramos la Fuente de Orfeo, réplica de finales de siglo XX de otra fuente del siglo XVII que fue diseñada por Juan Gómez de Mora (autor también del Palacio de Santa Cruz), ya retirada pero cuya escultura de Orfeo ahora se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional.
Desde aquí tomamos hacia el norte por la calle de la Fresa y nos adentramos en ese núcleo de calles estrechas y tortuosas que han conservado el mismo trazado de su origen y donde se encuentra la legendaria Posada del Peine, uno de los hoteles que, por su historia y su ubicación inmejorable, recomiendo a todos los que me preguntan por alojamientos en Madrid. Si seguimos por la calle San Cristobal y cruzamos la Calle Mayor llegaremos a la calle Arenal, otra de las arterias principales del Madrid de los Austrias.
Iglesia de San Ginés
Enfilando por Arenal hacia el oeste no tardamos nada en llegar a la Iglesia de San Ginés, templo del siglo XVII plagado de obras de arte y con una larga historia de edificaciones y reconstrucciones. Declarada monumento histórico-artístico nacional, la iglesia puede visitarse gratuitamente los sábados a las 10:15 de la mañana. Detrás de este histórico templo abre sus puertas la Chocolatería San Ginés, que sigue ofreciendo sus populares churros con chocolate desde 1894.
Plaza de Isabel II
Al final de la calle Arenal se abre la Plaza de Isabel II que, con el nombre de Caños del Peral, fue muy importante en la época de los Habsburgo. En el siglo XVI existía aquí una fuente muy grande y vistosa llamada así, de los Caños del Peral, con siete pilas y siete caños, donde acudían los vecinos a lavar la ropa y los aguadores a llenar sus cántaros. Bajo la superficie de la plaza, entrando por la boca de metro, se puede acceder al Museo de los Caños del Peral donde se conserva un trozo de esta fuente. A su lado se instaló una compañía de cómicos italianos, y años después se levantó el Teatro de los Caños, germen de nuestro Teatro Real, ya del siglo XIX.
Plaza de Oriente
Al otro lado del Teatro tenemos la imprescindible Plaza de Oriente. Aquí se puede decir que tenemos el origen de Madrid, el embrión a partir del cual fue creciendo la ciudad. A causa de su posición elevada, este lugar sirvió a los árabes para situar una de sus torres de vigilancia para defenderse de las incursiones cristianas del norte, y esta torre dio lugar a una fortaleza que más tarde se convertiría en alcázar. La ciudad creció hacia el este, y en la época de los Austrias esta zona tenía un aspecto muy diferente al actual, puesto que en lo que hoy son jardines había varios edificios, algunos de los cuales servían para dar soporte al alcázar, como la casa del Tesoro.
El pequeño museo situado bajo la superficie de la plaza ofrece documentación de cómo era el lugar en el Madrid de los Austrias. En la actualidad, la Plaza de Oriente es uno de los lugares más interesantes de ver en Madrid, por su historia y por la cantidad de elementos de primer orden que acoge: el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, los Jardines de Sabatini, el Monasterio de la Encarnación, el Teatro Real y la estatua de Felipe IV, además de las esculturas del Cabo Noval y el Capitán Melgar y todas las esculturas de reyes españoles que flanquean los caminos principales.
Plaza de Ramales
A pocos pasos, en el lado sur, tenemos la Plaza de Ramales, sobre cuyo enlosado encontramos una simulación de la que fue antigua iglesia parroquial de San Juan Bautista. Esta iglesia se derribó a principios de siglo XIX y en su lugar el ayuntamiento ha colocado recientemente unos elementos que parecen bancos para sentarse pero que en realidad sirven para recordar la disposición del templo. En la misma plaza se dedica un pequeño monumento a Diego Velázquez, que fue enterrado en 1660 en la Iglesia de San Juan. Cuando se buscaron, los restos del que fuera pintor de cámara de Felipe IV no fueron hallados pero se tiene la firme creencia de que se encuentran en algún lugar bajo la superficie de la plaza.
En la misma Plaza de Ramales tenemos la casa palacio de Ricardo Angustias, construida en 1922, con un sorprendente torreón superior y unas pinturas murales que decoran las plantas más altas. Al lado de la plaza, por la calle de Santiago, podemos ver el lateral de la Iglesia de Santiago, con entrada por la plaza de Santiago, uno de los templos más viejos de Madrid que, sin embargo, fue derribado en tiempos de José Bonaparte y vuelto a levantar con el aspecto actual. Su nombre completo es de Santiago y San Juan, aunando así las dos iglesias eliminadas para dar amplitud al lugar.
San Nicolás de Bari
Desde la Plaza de Ramales nos internamos en el barrio de Santiago (parte del Madrid de los Austrias) por la calle San Nicolás, estrecha y umbría como lo son las de alrededor. Por la cercanía al antiguo alcázar, estas calles (Factor, Señores de Luzón, Biombo, Calderón de la Barca) fueron las más antiguas de Madrid, las primeras que se crearon para ensanchar la población. Pronto llegamos a la iglesia más antigua que se conserva en la capital, San Nicolás de Bari, que se cree del siglo XII y que se menciona en el Fuero de 1202 como una de las diez ermitas que existían en el Madrid amurallado. Se trata de una iglesia pequeña que contiene restos decorativos de distintas épocas.
Palacio de los Duques de Uceda
Al final de la calle de San Nicolás llegamos a la Calle Mayor, eje principal que, junto con la calle Arenal, vertebró el crecimiento de la ciudad en tiempos anteriores a los Austrias. Un poco a la derecha encontramos el Palacio de los Duques de Uceda, levantado en pleno siglo XVII supuestamente con el ánimo de emular y aún superar la grandeza del viejo Alcázar, por lo que nos sirve para hacernos una idea de cómo era el antiguo edificio de la monarquía de los Habsburgo antes de que se convirtiera en Palacio Real con los borbones.
Junto al Palacio de los Duques de Uceda tenemos la Iglesia del Sacramento o Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas cuyo origen se remonta a la fundación del Convento de Monjas Bernardas en 1616, a cargo del Duque de Uceda. Declarada Monumento Artístico Nacional en 1982, su interior tiene una decoración extraordinaria, con su gran cúpula, sus columnas altas y rematadas con capiteles complejos, el curioso color de la luz que entra por la linterna y otros elementos que recomiendo visitar.
Fuente de la Cruz Verde
Ahora bordeamos la iglesia por la derecha, bajando por Pretil de los Consejos y enlazando con la calle de la Villa para desembocar en la calle Segovia a la altura de la plaza de la Cruz Verde. Aquí encontramos la Fuente de la Cruz Verde, de considerables dimensiones, levantada en el siglo XIX y coronada con la escultura de Diana ejecutada por Ludovico Turqui en 1620. Enfrente, al otro lado de la calle Segovia, vemos la tapia del Jardín del Príncipe de Anglona y la plaza de la Paja, por donde accederíamos al barrio de La Latina.
Pero nosotros seguimos el recorrido del Madrid de los Austrias subiendo la calle Segovia, dejando a la derecha la iglesia de San Pedro el Viejo (otra de las iglesias antiguas de Madrid, ésta del siglo XIV), y giramos a la izquierda por la calle del Doctor Letamendi para encontrarnos de cara con la Basílica de San Miguel. O si se quiere evitar el tráfico de la calle Segovia, se puede ir mejor por la calle del Conde, pasar por la plaza de San Javier y la plaza del Cordón y girar a la derecha por la calle San Justo, unas calles y plazas muy tranquilas y con mucho sabor al viejo Madrid.
Basílica de San Miguel
Donde hoy está la Basílica de San Miguel hubo otra iglesia muy antigua, que aparece en el fuero de 1202 con el nombre de San Justo (anterior, por tanto, al Madrid de los Austrias). Derribada en el siglo XVIII y vuelta a levantar con su apariencia presente, adoptó el nombre de San Miguel debido a que se fusionó con la que se encontraba más arriba, también derribada, donde hoy está el Mercado de San Miguel. Merece la pena entrar unos minutos para contemplar su espléndida decoración interior (ver horarios de apertura).
Bordeemos ahora la basílica por el lado izquierdo, subiendo por la calle Puñonrostro, atravesemos la tranquila plaza del Conde de Miranda (ideal para quienes gustan de vivir en el centro pero alejados de bullicios) donde se encuentra el convento y la iglesia de las Carboneras, y sigamos por la curiosa y estrechísima calle del Codo (llamada así por su forma) para llegar a la histórica Plaza de la Villa, imprescindible en el Madrid de los Austrias. Esta plaza es, como se puede suponer, de las más antiguas de la ciudad, y ejercía de plaza principal de la urbe antes de la construcción de la Plaza Mayor. Desde siempre esta plaza ha sido sede de la reunión del consejo de la ciudad, incluso antes de levantarse la casa del consistorio.
Plaza de la Villa
En la Plaza de la Villa tenemos tres edificios históricos, cada uno de un siglo. En el lado este se alzan las Casas y Torre de los Lujanes, del siglo XV, que ostentan el título de edificio civil más antiguo de Madrid y que fueron propiedad de la familia de los Luján, una de las más poderosas de la ciudad. Al fondo, en el lado sur, tenemos la Casa de Cisneros, del siglo XVI, mandada construir por un sobrino del célebre Cardenal Cisneros. Y en el lado oeste está la Casa de la Villa, del siglo XVII, comunicada con la anterior mediante un pasadizo elevado, mandada construir en tiempos de Felipe IV para albergar las reuniones del consejo, misión que ha realizado durante siglos hasta que en 2007 las oficinas del Ayuntamiento pasaron a ocupar el Palacio de Cibeles. Preside el centro de la plaza la estatua de Don Álvaro de Bazán (uno de los héroes de la batalla de Lepanto), sufragada mediante suscripción popular y realizada por Mariano Benlliure.
Salgamos ahora de la Plaza de la Villa por la Calle Mayor hacia la derecha. Esta calle, que discurre entre la Puerta del Sol y la Catedral de la Almudena y fue eje principal del Madrid de los Austrias, contiene infinidad de elementos destacables que se han ido agregando a lo largo de siglos de historia. En el breve tramo que vamos a recorrer encontraremos, en el número 61, la casa donde vivió y murió Pedro Calderón de la Barca; enfrente, en la salida de la calle Milaneses, la azotea de un edificio acoge la escultura Accidente Aéreo, que representa a un individuo alado que se ha estrellado; donde la Calle Mayor se ensancha ligeramente, en el número 49, está la placa que recuerda que aquí estuvo la Puerta de Guadalajara, perteneciente a la muralla cristiana de Madrid, y enfrente, en el número 46, la casa en que nació Lope de Vega.
Mercado de San Miguel
Pocos metros antes de llegar a la Plaza Mayor veremos el tumulto que se suele formar en torno al Mercado de San Miguel, foco de atracción de primer orden para los turistas que visitan Madrid, donde se puede comprar productos frescos o tomar unas tapas originales. Desde aquí podemos bajar por la Cava de San Miguel y Cuchilleros para llegar a Puerta Cerrada y desde ahí adentrarnos por la Cava Baja en el barrio de La Latina, o bien tomar la calle de Ciudad Rodrigo y regresar a la Plaza Mayor, punto de inicio de nuestro recorrido por el Madrid de los Austrias.
Fuentes: